domingo, 15 de agosto de 2010

Porque se puede soñar con los pies en la tierra...


Hoy, uno de esos días en que la vida parece haberse terminado en un punto inexacto del día, sin preaviso, sin anuncios, sin languidez; hoy, un extraño domingo de esos en que la sensación de quietud no me perturba, he vuelto.
He vuelto como de un limbo, pero sin abandonar lo nebuloso, sin dejar atrás la niebla de esos tiempos perdidos en un paso confuso, un lugar sin sitio, una fecha imprecisa, una memoria incapaz de recordarse.
Hoy, uno de esos días, es también un día de firmeza. Un día para recomenzar, no desde los pedazos, no desde lo que quedó. Es un día cero, punto de nada y origen de todo.

Hoy, la vida también empieza, en un punto inexacto, en un reloj sin horas ni minutos ni segundos. Empieza, caminando descalza, con los pies en la tierra...o en el agua.